4 de diciembre de 2014
Olancho en el recuerdo
Por: Augusto Irías Cálix
El departamento de Olancho tiene páginas brillantes y gloriosas en la historia de sus hombres que se han destacado en los diferentes campos del saber humano, así como en actividades diversas que, como en los ramos de la agricultura y ganadería han sido fuentes de riqueza y prosperidad para toda la nación. En el campo de las letras y profesionales distinguidos podemos mencionar a José Antonio Domínguez, autor del “Himno a la Materia”, brillante literato que dejó tres libros inéditos de poesía: Froylan Turcios, fundador de la revista “Ariel”, Ateneo de Honduras, El Heraldo, Revista Nueva, la revista “Esfinge”, de quien dijera José Enrique Rodó: “Que era el mayor esfuerzo hecho en Hispanoamérica para presentar las más brillantes páginas de los grandes poetas y escritores de todos los tiempos…”.
Según Rubén Darío: “La antología más completa y brillante de las letras universales…”; según Ramón del Valle Inclán: “La mejor antología castellana”; autor de Prosas Nuevas, Floresta Sonora, Tierra Maternal, Cuentos del Amor y de la Muerte, Flores del Almendro, El Vampiro, etc., con gran esfuerzo reunió toda la obra literaria del portalira Juan Ramón Molina, en la edición “Terra, Mares y Cielos”. Al (sic) a través de sus contactos a nivel internacional, dio a conocer al patriota nicaragüense Augusto César Sandino, en su lucha democrática y libertaria, en una carta que le enviara desde Barcelona el 16 de mayo de 1930 el gran José María Vargas Villa, le decía a Turcios: “Sandino, fuera de su selva histórica, no vive, se sobrevive, es un muerto que anda llevando una leyenda por sudario; una sombra épica que se aleja, y se esfuma en el horizonte histórico…”. Turcios fue el iniciador de la construcción del “Teatro Nacional”, parque Bonilla o parque La Leona, y el parque Herrera.
También tenemos a escritores y literatos de nota, como: Salatiel Rosales, Alfonso Guillén Zelaya, precursor del neomodernismo en Centroamérica, Abel García Cálix, escritor y periodista; José Federico Peck Fernández, escritor; Antonio Bermúdez Meza, Francisco Lobo Herrera, Ramón Lobo Herrera, Néstor Colindres Zúniga (abuelo del doctor Enrique Ortez Colindres), abogados y escritores; general Santiago Meza Cálix, geógrafo e historiador; Lorenzo Zelaya, escritor; doctor Pablo Ernesto Ayes, Adolfo Miraldo Santos, licenciado “Timoteo Miralda Reyes, doctor Francisco Sánchez U., Emilio Gómez Robelo, Alejandro Navas Gardela, escritores: licenciado Medardo Mejía, autor de “Cinchonero”, “Los diezmos de Olancho” y muchas obras más de reconocidos méritos continentales. Policarpo Irías Mendoza, de quien dijera el famoso guatemalteco Lorenzo Montufar: “Nada importa que hoy apenas se divisen triunfos inmortales, y que el horizonte político está cubierto de densas tinieblas, porque la juventud hondureña, cuyo brillo anima a Centroamérica, sabrá con la valentía del Tiberio Graco, elevar hasta el zenit de la grandeza, la patria de Dionisio de Herrera y Francisco Morazán”; en una “Corona Fúnebre” que le dedicaran con Juan Ramón Molina, con ocasión de haber caído luchando en acción de guerra en “El Corpus”, Choluteca, junto con sus compañeros universitarios: Francisco Lobo Herrera, Santiago Cervantes y Erasmo Velásquez y trescientos patriotas más que lucharon contra mil hombres.
En la misma “Corona Fúnebre”, Juan Ramón Molina le dedicó una poesía, de la cual sacamos la siguiente estrofa: En la muerte de Policarpo Irías M. Qué genio mueve sus alas sobre la raza hondureña, que hace tiempo se empeña en marchitarle sus galas? Rodando el carro de palas miren en la batalla fiera, mientras mortuoria bandera en huesas hondas y frías, cubre a Policarpo Irías, al lado de Lobo Herrera. ¿…?
El departamento de Olancho siempre ha estado ligado a la historia política de la nación; el general Francisco Morazán tuvo que firmar un armisticio con los indios de Olancho en “Las Vueltas del Ocote”, para pacificarlos. Hemos tenido tres presidentes de la República: el general Manuel Bonilla, el doctor Francisco Bertrand y el doctor Juan Manuel Gálvez.
En el año de 1611, los habitantes de San Jorge de Olancho, que estaba situado en la base del volcán de “El Boquerón”, debido a movimientos sísmicos, tuvieron que abandonarla, fundando Juticalpa y otros, la ciudad de La Ceiba y Olanchito.
El patrimonio de sus habitantes ha sido la ganadería y la agricultura; desde tiempo remotos el ganado se enviaba a Guatemala, a Estados Unidos o se vendía a la Standard Fruit Company. Las haciendas más fuertes que existían, eran las del español Juan Villardebó, en Manto, quien regaló el reloj de la iglesia de Juticalpa; la de don José Manuel Zelaya, don Clímaco Martínez, padre de doña Felipa Martínez; la de don Juan Rosales, la de don Paulino Amador, la de doña Juana Well, en San Esteban; las de las familias Lobo Herrera y Colindres Zúniga; las de don Tomás Guillén, Miguel Méndez, etc., cada familia de estas tenía de tres a siete haciendas con cinco a diez mil cabezas de ganado y doscientas a trescientas mulas de carga. En la actualidad el departamento de Olancho tiene un gran potencial económico y gran extensión superficial, carreteras pavimentadas y el proyecto del Ferrocarril Interoceánico lo intercomunicará con importantes ciudades de la costa norte, Danlí, Tegucigalpa, etc. Si se obtienen grandes fuentes de financiamiento, este departamento llegará a ser el granero de Centroamérica. Resurrexit J.A. Domínguez (hondureño)
En los tiempos gloriosos ya distantes en que andaba en la tierra el Nazareno y la flor del milagro no era un mito, aconteció lo que contaros quiero. En remota comarca cuyo nombre ha olvidado la historia según creo hubo entre dos ejércitos rivales un combate reñido muy sangriento. Y estando de camino al otro día con su amado discípulo el Maestro, cruzaron a los rayos de la aurora el campo de cadáveres cubierto. Bien pronto al escuchar los dolorosos ladridos que lanzaba un pobre perro, al sitio se acercaron donde exánime dormido al parecer vacía al dueño. Era un joven de pálido semblante y de agraciado y varonil aspecto cuya temprana vida cortó en breve un proyectil que penetró en su pecho. Aún de sus yertos ojos se advertía una gota rodar de llanto acerbo, ¡quizá tendría madre y también novia! ¡Tal vez le amaban mucho y era bueno! -Mucho habrán de sentirlo sus parientes, pero él es ya feliz –dijo el Maestro.- Y en tanto, junto al amo dando vueltas, Proseguía ladrando el pobre perro. ¡Escena singular! Cual si implorara algún auxilio sobrehumano de ellos, aquel pobre animal con sus aullidos parecía empeñado en conmoverlos. Y al ver que vacilaban, sus clamores tornaba al punto en agasajos tiernos; a sus pies gemebundo se arrojaba y hablar tan solo le faltaba al perro. -¡Qué amor tan entrañable y casi humano revela ese animal!- exclamó Pedro. Por su fidelidad ¡cuál se traslucen de su amo los hermanos sentimientos! ¡Qué lástima de joven! Se diría que no debió morir; y que si el cielo otorgarle quisiera nueva vida le ablandarán las quejas de ese perro.- absorto Jesucristo meditaba. De su místico arrobo al fin saliendo -tenes razón- le dijo a su discípulo. Merecía vivir ese mancebo.- Y aplicando sus manos al cadáver cicatrizó la herida de su pecho; y en nombre del Creador de cielo y tierra volvió la vida al que se hallaba muerto. Luego sumíosle en sueño delicioso; acalló los ladridos de su perro, y después a los rayos de la aurora se alejó de aquel sitio con San Pedro. Marzo de 1903 (*) (*) Pocos días después de haber escrito esta bella poesía, nuestro infortunado amigo Domínguez se suicidó en Juticalpa, a los 34 años de edad (5 de abril de 1903). Tomado de la revista Ariel, dirigida por Froylan Turcios.
Publicado en Diario La Tribuna 3 diciembre, 2014
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