Camp Bay/French Harbour., Honduras
Encierra belleza, agua cristalina, un tesoro coralino invaluable, playas de blanca arena y gente que siempre tiene dispuesta una sonrisa para regalar.
Eso es lo que a leguas se aprecia en ese paraíso terrenal. Pero en las entrañas de la isla se esconden secretos que muchos ni siquiera imaginan.
Basta con recorrer algunos rincones de esta maravillosa perla hondureña para darse cuenta de los secretos mejor guardados y, además, para conocer a aquellos hombres y mujeres excepcionales que tienen maravillosas historias que contar....dar click en Leer mas esta interesante historia
El refugio de Morgan
Para muestra basta un botón: la auténtica Perla Negra no fue construida por Sparrow sino por el más temido pirata de todos los mares Henry Morgan, que escogió como su isla preferida a Roatán.
De acuerdo con la compañía Blue Ocean Tackle, que recientemente ha reconstruido una réplica de este galeón, Henry Morgan “decidió construir su barco en la costa de Honduras, cerca del presente poblado de La Ceiba. Estaba muy cerca de su isla favorita, Roatán, donde frecuentemente atracaba, descansaba con su tripulación y reparaba las averías que sus barcos sufrían en las batallas. Su escondite favorito era la bahía de Port Royal”.
Esta compañía explica por qué Roatán gustaba tanto a Henry Morgan. “Ya que la isla está rodeada con una pared de coral, cualquier barco de sus perseguidores prefería no arriesgar una persecución a Morgan hasta los costas”.
De acuerdo con Mathew Harper, cónsul de Inglaterra en la Isla de Roatán y aficionado a la historia de la isla, “el nombre de las Islas de la Bahía (Bay Islands en inglés) se debe a que hay muchas buenas bahías en las cuáles esconderse. Esto gustaba a los piratas para poder ocultarse de sus perseguidores”.
“Fue un período de esta isla que en su historia ha sido frecuentada por muchos pueblos distintos. Los piratas, por ejemplo, no son los antepasados de la gran mayoría de los hondureños de ascendencia inglesa, ya que estos llegaron sobre todo de Gran Caimán en 1830 y eran colonos”, explica el cónsul acerca de la fascinante historia de esta isla.
Pero volviendo a la historia del Perla Negra, esta isla de bahías que es Roatán fue el refugio perfecto para los piratas. Y ahora, 338 años después de su construcción, el Perla Negra vuelve a flotar en uno de los escondites de Roatán.
El barco que flota en las aguas de Roatán se encuentra en el complejo Roatan Pirates Bay, en el centro sur de la isla. De acuerdo con la compañía, “No ha atracado un barco pirata en Roatán desde finales del siglo XVIII. ¡Y ahora han vuelto los piratas!” En la página web de la compañía también se encuentra un apartado acerca de un próximo museo del capitán Henry Morgan, aunque el sitio web se encuentra en construcción.
Arte en cada rincón
¿Pero qué hay del arte que cuelga en cada rincón de la isla?
De esto puede hablar sin mayor problema J.J. Gale, un simpático hondureño-inglés que probablemente desciende migrantes que llegaron a Roatán hace dos siglos provenientes de Gran Caimán. Como se dice en la isla, es un negro inglés.
J.J. vive en la parte de la isla donde los caminos siguen siendo de tierra y la calle es igual de importante que la canoa o “dory”, que se amarra en la playa frente a la casa. Su condición de vida es la que lo ha llevado a convertir en arte todo lo que cae en sus manos y, posteriormente, venderlo a los turistas nacionales y extranjeros.
Su casa es color rosa algodón, pintada “a petición”, explica.
“Cuando mi mujer era mi novia, yo le prometí que la iba a tratar como a una reina. ¡Mira!, uno siempre tiene que ver para arriba a la hora de prometerle algo a una mujer”.
“¿Quién es la persona más importante del mundo?”, se preguntó este cómico catracho, “¡La reina de Inglaterra!, entonces le pinté la casa para que se sintiera como reina”, responde jocosamente.
Pero para cumplir día a día con su promesa, a J.J. no le hacen falta las dificultades. Para complacer a su esposa ha decidido poner a la venta su arte. Junto al puesto en el que muestra sus obras tiene una alfombra verde para cuando le toca vender los muebles de la casa.
“¡Pero mira!, yo soy feliz cuando vendo una pieza a 20 lempiras, pues ya tengo para la maseca!”, explica Gale, quien encuentra la alegría en su familia, tallando piedras que encuentra en las laderas, pintando botellas que llegan a su mar o disfrutando de una tarde entera contemplando la isla y el agua turquesa de los arrecifes desde los cerros verdes del este de Roatán.
Reportaje cortesia de : elheraldo.hn