

Actrices, raperos, cantantes de jazz, escritores, médicos y abogados desbordan su ingenio y destrezas en la España de la crisis
24.06.10 - Actualizado: 25.06.10 02:14am - Daniel Lozano : redaccion@laprensa.hn
Madrid , España
“Tenemos derecho a emigrar, no por obligación, sino porque somos del mundo”. Rosibel Vindel (Tegucigalpa, 34 años) es actriz en España, igual que su hermana Lorena. En una familia de 20 hermanos, disfrutaban de los teatros infantiles que ellas mismas dirigían, funciones a la luz de la luna en las afueras de la capital. Una creativa cantera familiar de donde han salido artistas, músicos, pintores, poetas, abogados, médicos y diseñadores.
Rosibel vive actualmente en Málaga. Acaba de terminar de rodar la serie Arrayán, para Canal Sur. También participa en la zarzuela La Verbena de la Paloma, en el Teatro Lírico Andaluz. Esta joven actriz regala alegría con sus palabras. Narra sus anécdotas como si de un cuento se tratasen. Pero no, son reales. “La anécdota que me despertó, y al mismo tiempo me relajó para siempre jamás en el mundo escénico, fue en verano de 2006, durante el rodaje de Manolete, en Madrid. Tenía las pruebas de vestuario hechas para participar en el rodaje y el calendario programado. Hasta que me llama por teléfono la representante de Penélope Cruz y me dice: Lamento decirte que no puedes ser la amiga de Penélope en la película. Te comes la cámara y la protagonista es ella. Ya tendrás tu oportunidad. Gracias por tu tiempo”.
Así es la vida de los actores, egos que van y vienen. Al menos Rosibel tiene a Lorena y Lorena a Rosibel, como si fueran dos mosqueteras. “Las dos estamos muy unidas y vivimos los inicios en un país diferente y con exigencias duras para las actrices de fuera. Nos preparábamos juntas los personajes, asistíamos a todos los talleres, cursos, cástines. Los dichosos cástines, diez al día, sin ningún éxito: el perfil no era para extranjeros. Nuestro propósito al venir a España fue, y sigue siendo, adquirir el máximo de capacitación en el teatro y áreas afines para que nuestro regreso a Honduras desempeñarnos en el desarrollo cultural y artístico de nuestro país”, sostiene Rosibel, una consumada espadachina, monitora de esgrima escénica y deportiva.
Eva Cortés es otra capitalina que despide talento y belleza. A caballo entre Madrid y París, acaba de presentar su tercer disco de jazz, El mar de mi vida, “que nace después de un año muy intenso en mi vida, nació mi hija, murieron mis abuelos maternos. Son temas de gran carga emocional para mí, incluyendo una chanson douce, la nana que le cantaba a mi hija su papi cuando todavía no había nacido”.
Raíces latinas, blues, influencias flamencas… Eva promete mucho al jazz español. Y al hondureño. “Una vez actué en Tegus, dimos un concierto en La Caramba con los Pez Luna y pocos días después con el gran Camilo Corea, Karla Lara y su banda. Fue una experiencia preciosa que me gustaría repetir”.
¿Queda algo hondureño en la música de Eva Cortés? “En mi música queda de hondureña Eva Cortés, ¿te parece poco? Mi música soy yo, es lo que nace de mí”.
Más mujeres de raíces profundas: Andrea Arriola, Gabriela Castro, Telma Blanco, Paola Garay y Jacinta Diego. Todas ellas conforman el grupo garífuna de baile de la Asociación Guaymuras en Madrid. “Como las garífunas autóctonas somos pocas, hemos hecho un mix. Yo miraba que hacía falta potenciar nuestra identidad. Los garífunas no sólo bailamos porque nos gusta, también lanzamos nuestros mensajes a través de nuestras danzas y cantos”, desentraña Andrea Arriola (Santa Rosa de Aguán, 56 años), líder del grupo.
Andrea pertenece a la raza de las mujeres indomables. Una raza muy enraizada en su tierra hasta que el Mitch obligó a iniciar las migraciones. La tragedia de una de sus sobrinas, Isabel, recorrió el mundo: estuvo flotando en alta mar durante cinco días hasta que fue rescatada. Peor suerte corrió gran parte de su familia, fallecidos durante el huracán.
El grupo garífuna lucha por mantenerse y desplegar su arte pese a la crisis y a las continuas redadas. Sus movimientos son sensuales y poderosos. En cambio, las rimas del rapero Alberto Almendárez (“mi nombre artístico es Hondru, por Honduras”) son como arañazos.